Época: Protohistoria
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
La Mesopotamia protohistórica

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

Los primeros prototipos de sellos, que consistían en pequeños discos de piedra o de terracota con su cara plana incisa con rayas o retículas, se remontan al período de Hassuna (5800-5500). Luego, se convertirían en verdaderos sellos de estampa o molde, algunos incluso con anilla, según han puesto de manifiesto los ejemplares hallados en Tell Halaf, Arpachiyah, Tepé Gawra -aquí prácticamente sin evolucionar nunca sus formas-, Chagar Bazar y otras localidades. Finalmente, se ideó el sello cilíndrico de piedra, tras algunas experiencias con ejemplares labrados en madera o hueso. Aunque no se sabe su lugar de invención, se piensa que pudo haber sido ideado en Uruk (nivel V), como solución a necesidades puramente administrativas.
Los sellos consistían en un cilindro perforado (para poder ser llevado al cuello), cuyas dimensiones oscilaban entre los 3 y los 12 cm de altura y los 2 y los 5 de diámetro. Labrados en todo tipo de piedras, presentan en su superficie entalles en negativo de variada temática, cuyos dibujos quedaban impresos al hacerse rodar sobre la arcilla todavía blanda.

Realmente, donde la glíptica comenzó a tener carácter de arte fue en los sellos cilíndricos de Uruk y de Jemdet Nasr, en cuyas escenas se representaban, de alguna manera, las diferentes ramas de la administración o bien el sistema de jerarquía social.

Tipológicamente, los sellos de Uruk, empleados por los distintos individuos de la administración, son de tamaño algo grande (5 por 4,5 cm de promedio). A veces están sin perforar, presentando una protuberancia en la parte superior que puede adoptar la figura de algún animal, generalmente un cáprido echado; otras veces, tal protuberancia puede ser de metal (cobre) o de diferente clase de piedra que se clava en el cuerpo del sello. Algunos ejemplares del Museo de Berlín o del Ashmolean Museum de Oxford reúnen estas características.

Bastantes cilindros alusivos a la administración de la etapa protohistórica recogen al rey-sacerdote -al hombre con vestido de red- en las más variadas actividades: batallas, rituales religiosos, cacerías. Las ramas de la administración aparecen también sugeridas en las escenas de ganadería (como puede verse en un bello ejemplar del Ashmolean Museum), barcos y casas, seguridad pública, o bien en otras composiciones de índole económica. Los temas animalísticos fueron, asimismo, tratados abundantemente: bestias míticas, monstruos, animales en libertad o atacados por fieras.

Los sellos cilíndricos de la época de Jemdet Nasr son totalmente distintos a los de la de Uruk. Se tallaron a menor tamaño, con piedras preferentemente duras e incluso en cristal de roca, pero esta circunstancia no fue obstáculo para conseguir tal vez los mejores ejemplares de toda la glíptica mesopotámica.

Su área de difusión fue más amplia que la de Uruk, conociéndose, sin embargo, variaciones locales. Su presencia ha sido detectada desde Susa hasta Egipto (aquí influirían en los motivos de sus paletas), así como en Siria. Las escenas representadas se refieren a actividades primarias (fabricación de cerámica, de tejidos, recolección de cereales y frutos, etc.), a la vida religiosa (procesiones, símbolos de dioses, transporte de altares, entrega de ofrendas) y también a luchas de animales (leones contra bóvidos, animales afrontados con largos cuellos entrelazados), sin olvidar las composiciones de figura humana con animales. De todos estos ejemplares tenemos sellos e impresiones en varios museos (Louvre, Iraq, Británico, Berlín, etc.).

Hacia el final del período, los dibujos se esquematizan, llegando a la abstracción y, por consiguiente, a un simbolismo de difícil interpretación, según puede verse en los que representan arañas, escorpiones, peces, óvalos que a veces parecen ojos, ollas globulares, etcétera.

Dada la pobreza de los materiales de construcción, los edificios protohistóricos muy pronto se vieron enlucidos con pinturas murales para así ocultar los toscos adobes de los muros. De esta manera, el color, que también se aplicó a algunas esculturillas y, sobre todo, a los vasos cerámicos (ejemplares de Halaf y Lagash), fue un vehículo de expresión artística ampliamente utilizado.

Sin embargo, la poca consistencia de aquellas construcciones ha motivado que sólo hayan llegado unos pocos fragmentos pintados, localizados en Tepé Gawra, Eridu y Uruk, escasamente significativos. Más importantes son los hallados en Umm Dabaghiyah (h. 5800), que testimonian una de las más antiguas muestras de la pintura mural protohistórica, enclave que contó con un edificio decorado con frescos, en los que se representaban onagros y arañas y, probablemente, un grupo de buitres, todos ellos tratados muy rudimentariamente en tonos rojos y negros.

Superior a estos restos pictóricos son los que se localizaron en Tell Uqair -fase cultural de Uruk- en uno de sus templos, el Templo pintado, en el cual, junto a pinturas de tipo geométrico, aparecían dos leopardos -en tonos rojo, negro y blanco- al lado de la escalera del podio, y un friso de bóvidos en la pared posterior, todos de esbeltas siluetas. En cualquier caso, la gran pintura no se haría patente hasta muchísimo tiempo después, en los magníficos murales del palacio de Mari, de comienzos del II milenio.